Santiago, 8 de octubre de 2025
En el Aula Magna de la Universidad Santo Tomás se llevó a cabo la quinta Conferencia Internacional América Sustentable, evento que reunió a destacadas personalidades científicas, investigadores, estudiantes y académicos de Latinoamérica para abordar temáticas relacionadas a la innovación, sustentabilidad, resiliencia ante el cambio climático y la investigación.
Esta conferencia es organizada por la Universidad Santo Tomás, junto con la Universidad Santa María La Antigua (Panamá), Universidad Jorge Tadeo Lozano (Colombia), Universidad de Lima (Perú) y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (México).
El encuentro comenzó con la presentación de la geóloga planetaria Adriana Ocampo, exdirectora del programa de ciencia la NASA y primera mujer en recibir el Latin America Lifetime Award en ciencias espaciales, quien habló sobre la misión Lucy de la NASA, que busca investigar el origen del sistema solar mediante el sobrevuelo de once asteroides troyanos de Júpiter.
En esta jornada también dió una charla el Dr. José Zagal, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2024 y ganador del Global Energy Prize 2025. Zagal abordó el desarrollo científico en el país y las oportunidades que representa el hidrógeno verde.
Posteriormente, se realizó un conversatorio en el que participó la doctora en geología, Carolina Silva; el ingeniero eléctrico, Julio Lira; el economista y asesor de políticas públicas de CLG Chile, Matías Cáceres; y el Decano de la Facultad de Ingeniería UST Juan José Negroni, quien moderó la charla.
Matías Cáceres comenzó abordando cómo puede la integración de la gestión de la Industria 5.0 y la Eco-innovación acelerar la transición efectiva hacia la Economía Circular en Chile y América Latina, considerando las brechas de infraestructura y la necesidad de políticas públicas que garanticen la sostenibilidad empresarial y la equidad social.
Esta Industria 5.0 representa un cambio de paradigma donde la sostenibilidad se vuelve central en la estrategia empresarial, no un accesorio. Para el economista, estos elementos aceleran la economía circular cuando hay políticas públicas habilitantes que convierten la sostenibilidad en una ventaja competitiva, no en una carga.
El asesor mencionó que en Chile esto ya ocurre: las empresas líderes están invirtiendo porque hay señales regulatorias, como las normas de la CMF, y financieras, como los bonos temáticos soberanos, que premian el desempeño ESG (Environmental, Social, y Governance). Lo que falta ahora es escalar esta lógica hacia las cadenas de valor, apoyando a proveedores y startups climáticas con herramientas, colaboración y reglas.
Cáceres detalló que las empresas líderes que son parte de CLG Chile cuentan con una alta ambición climática, y que junto al sector público y la academia, buscan incidir directamente en el diseño, implementación y mejora de las políticas públicas climáticas del país. Esta iniciativa de articulación empresarial pretende que dichas políticas sean ambiciosas y realizables, entregando reglas claras, estables y mecanismos adecuados para canalizar la inversión verde.

Adriana Ocampo junto a Matías Cáceres
Para el representante de CLG Chile esto cobra especial importancia en el contexto de Industria 5.0 y Ecoinnovación, que representan una nueva generación de tecnologías y modelos de negocio enfocados no solo en eficiencia, sino también en Regeneración, Circularidad o Sostenibilidad a lo largo de la cadena de valor.
Matías destacó que este contexto ocurre porque existen señales reales desde los reguladores, mercados financieros e inversionistas. Un ejemplo que mencionó fue la Norma de Carácter General 461 de la Comisión para el Mercado Financiero que obliga a reportar información sobre sostenibilidad y gobernanza ESG.
El economista remarcó que las empresas miembro de CLG Chile han reportado de forma anticipada bajo estos marcos, incluso antes de que fueran obligatorios, además de participar activamente en consultas ciudadanas. Estos reportes mejoran la transparencia, reducen la incertidumbre, facilitan el acceso a financiamiento y fomentan incentivos reales para la circularidad.
Cáceres mencionó que el desempeño ESG de un país impacta directamente en su percepción de riesgo y en sus condiciones financieras. En este sentido, Chile es líder en finanzas sostenibles, ya que cerca del 40% de la deuda soberana corresponde a bonos temáticos (verdes, sociales o sostenibles). También agregó que una mejor gobernanza ambiental, social y climática permite al país acceder a mejores tasas y condiciones de financiamiento. Esto alinea el interés de la política pública con la acción climática empresarial, generando incentivos concretos.
Respecto a innovaciones y soluciones climáticas, advirtió que está surgiendo un ecosistema chileno de startups climáticas, agrupadas en gremios como ClimaTech Chile. Estas startups desarrollan soluciones en economía circular, trazabilidad, reducción de emisiones, eficiencia hídrica, gestión de residuos, entre otras. Las grandes empresas están activamente buscando estas soluciones para responder a desafíos específicos.
El representante de CLG mencionó que ya existen mesas de trabajo y plataformas de vinculación entre empresas y startups, por lo que fomentar estos espacios de colaboración público-privada es clave para escalar la eco-innovación y acelerar la transición.
Además, Matías se refirió a las emisiones de Alcance 3 como uno de los mayores desafíos que tienen las empresas para alcanzar la circularidad real. Estas emisiones son indirectas y están asociadas a proveedores o el uso del producto. Representan un reto porque muchos de estos proveedores no tienen herramientas para medir emisiones o carecen de capacidades para reducirlas.
El economista destacó lo hecho por CODELCO, empresa miembro de CLG Chile, como una solución práctica. Esta empresa desarrolló una calculadora de emisiones para proveedores, incluyéndose como criterio en licitaciones. Estos mecanismos incentivan a toda la cadena de valor a avanzar en la acción climática, pero se necesitan mecanismos estandarizados, capacitaciones y acompañamiento específico para que las PYMEs puedan adaptarse y
beneficiarse de este cambio.
Otra oportunidad que mencionó el asesor fue el uso de la inteligencia artificial, que si se alinea con políticas adecuadas y señales de mercado, puede ser una palanca poderosa para la transición circular. Esta herramienta debe estar bien orientada, ya que el impacto neto de la IA sobre las emisiones globales aún no está claro. Puede optimizar procesos, pero también aumentar el consumo energético. La clave, según Cáceres, está en alinear la IA con objetivos de circularidad, tales como la trazabilidad, el rediseño de productos, el mantenimiento predictivo y la eficiencia logística.
El representante de CLG Chile remarcó que para lograr escalar la Industria 5.0 y la eco-innovación se necesita una política pública como condición habilitante, y todo esto debe ocurrir en el marco de una transición justa y efectiva. Esto no significa “más regulación”, sino que mejor, lo que incluiría: una taxonomía verde coherente con estándares internacionales; compras públicas circulares que integren trazabilidad; mecanismos de compensación que financien soluciones circulares; e incentivos tributarios para tecnologías limpias, rediseño y remanufactura.
El asesor de políticas públicas recordó que en 2025, Chile actualizó su NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) al 2035, por lo que el desafío ahora es operacionalizar esa NDC mediante planes, programas e instrumentos de financiamiento concretos.
Círculos virtuosos entre la ciencia y las políticas públicas
Matías Cáceres también abordó cómo debería ser la hoja de ruta científica y tecnológica en nuestra región para que se generé resiliencia y capacidad de adaptación ante la urgencia climática, permitiendo que el conocimiento se traduzca en políticas públicas efectivas.
Para el economista, el interés de los estudiantes en estos temas existe, pero se debe activar de manera transversal en las distintas carreras. Esto no necesariamente se debe realizar a través de un curso completo, sino que con 30 minutos en cada clase en los que se apalanque la sostenibilidad se puede generar un impacto gigante.
Cáceres entregó algunos ejemplos de la incorporación de estas temáticas en instituciones chilenas, como las Mesas de Capital Natural convocadas por el Ministerio de Hacienda o que el Banco Central dedique su encuentro anual al cambio climático. También destacó que en el encuentro anual de CLG Chile estas instituciones públicas son invitadas a participar.
Matías comentó que si no alineamos ciencia, economía y política, seguiremos reaccionando en vez de liderar, por lo que Chile debe asegurar que su agenda científica habilite que los riesgos climáticos puedan ser incorporados en los análisis.
El representante de CLG Chile señaló que se puede generar un círculo virtuoso entre ciencia y política, pero que existen algunos desafíos para lograrlo. Detalló que en Chile faltan datos integrados y estandarizados. Hay plataformas de riesgo, como por ejemplo ARCLIM, que son un avance, pero no tenemos datos sistemáticos sobre medidas reales de adaptación de la sociedad ante la crisis climática.
Según el economista, hace falta un “ordenador” de la data: una infraestructura nacional de datos climáticos y de adaptación que unifique riesgos físicos, emisiones (incluyendo el alcance 3), capital natural y las acciones o medidas implementadas con su respectivo costo, desempeño y resultados.
Esto mejoraría los incentivos a investigar, puesto que al haber datos abiertos, trazables y comparables se producirían más papers útiles, con más evaluación de impacto, además de que también mejora la toma de decisiones, como priorizar los presupuestos, diseñar normas, orientar subsidios y compras públicas.
Aquí se produciría, de acuerdo a Cáceres, un círculo virtuoso, ya que mejores políticas públicas, que exigen y financian datos y estándares, llevan a más y mejor investigación; y mejor investigación, con evidencia robusta y replicable, genera mejores políticas. De esta forma se pasaría de reaccionar a liderar la resiliencia en Latinoamérica.