18 de noviembre de 2025
En esta COP30 de Belém, en el Climate Registry’s USA Climate Pavilion, se desarrolló el evento Climate Action in the Americas. Durante esta actividad se desarrolló un panel, donde se presentaron las visiones de expertos de distintos países sobre las oportunidades y desafíos en las Américas en este nuevo paradigma en el que Estados Unidos se aleja de la colaboración climática.
Este panel estuvo integrado por Karen Ross, secretaria del Departamento de Alimentos y Agricultura de California; Sam Cho, comisionado del Puerto de Seattle; Una May Gordon, copresidenta de la Junta Directiva de Caribbean Climate-Smart Accelerator; y Jean Lemire, enviado para el Cambio Climático y Asuntos del Norte y del Ártico del Gobierno de Quebec. La conversación fue moderada por María Teresa Ruiz-Tagle, directora ejecutiva de CLG Chile.
Ruiz-Tagle comenzó mencionando que necesitamos colaboración en las Américas para realmente cambiar el enfoque y avanzar en términos de acción climática, lo que puede desarrollarse firmemente a través de alianzas de colaboración regional.
La moderadora quiso abordar con los panelistas su evaluación acerca de la colaboración climática en las Américas, las oportunidades de asociación más prometedoras que ellos identifican y qué obstáculos debemos superar para aprovechar estas.
Al respecto, Una May Gordon comentó que “las Américas están compuestas de 34 países con diferentes economías, poblaciones, tipos de idiomas, prioridades y también diferente economía política. A pesar de todo, la mayoría de los países de las Américas están unidos por el agua, pero, aun así, seguimos extremadamente fragmentados. Y realmente no hay mucha colaboración y cooperación en las Américas”.
Gordon agregó que “si observamos la agenda climática, incluso aquí en Belém, varios de nosotros pertenecemos a diferentes grupos de negociación, con diferentes prioridades también, y diferentes prioridades climáticas. Pero el cambio climático y sus impactos se están convirtiendo casi en un recurso de propiedad común, donde no sabemos cuándo ni dónde será el próximo impacto. Así que es el momento de cooperar”.
Posteriormente, Sam Cho se refirió a los cambios de postura de Estados Unidos respecto al cambio climático: “Creo que el clima actual en los Estados Unidos, políticamente hablando, ha resultado en una despolarización sobre el tema de la sostenibilidad y el cambio climático, donde se ve que los estados que históricamente han sido muy agresivos en abordar el cambio climático redoblan sus esfuerzos, mientras que los estados que son probablemente más conservadores o imparciales en la lucha contra el cambio climático realmente dan un gran paso atrás porque no hay una guía o aplicación federal de lo que normalmente habrían sido buenas prácticas”.
Cho ve en esto una oportunidad de colaboración a nivel estatal o subnacional, para que estos ‘estados azules’ que están redoblando esfuerzos formen una coalición propia, con un potencial poder para mancomunar sus sistemas de comercio de créditos de carbono o simplemente compartir mejores prácticas.
Jean Lemire compartió su experiencia en Canadá, mencionando que “los aranceles son muy duros para nuestra economía y es por eso que cada vez más tenemos que trabajar juntos. Creo que es muy bueno ver que cada vez más en América tenemos interés en poner un precio al carbono. Y esto es realmente interesante. El ejemplo de nuestro mercado común de carbono es realmente algo que le muestra al mundo que puede funcionar”.
Lemire profundizó en los mercados de carbono, sobre los que declaró que “tenemos organizaciones que se están ocupando de todas las reglas y de cómo trabajaremos juntos. La Western Climate Initiative (WCI), por ejemplo, se está ocupando de Quebec, California, pero también de Washington y Nueva York, para asegurarnos de que tengamos los mismos estándares juntos. Uno puede estar solo y adaptarse, pero creo que juntos transformamos”.
Por su parte, Karen Ross dijo que “la atmósfera política actual en Estados Unidos podría, de hecho, impulsar una mayor colaboración afuera como contrapeso. De hecho, creo que eso es realmente crucial en nuestro clima actual, que se centra mucho en América First”.
“Yo me enfoco en la producción sostenible de alimentos y la seguridad alimentaria para las personas. Y también creo que existe algo llamado comercio sostenible que es complementario y que es una parte muy importante del crecimiento económico, especialmente para algunas de nuestras naciones más empobrecidas” agregó.
Ross mencionó que debido a los cambios climáticos, los problemas de resiliencia y las oportunidades de crecimiento, hay más empresas estadounidenses que están realizando inversiones en Sudamérica y Latinoamérica.
Además de la colaboración entre gobiernos y entre los privados, ella destacó el rol de la academia: “Tener científicos que viajen de un lado a otro, que realicen ensayos en los países de los demás para averiguar qué está funcionando en un lugar, si funcionará aquí, qué adaptaciones son necesarias. Estas son asociaciones enormemente importantes, pero se necesita todo esto en conjunto para ayudarnos a avanzar juntos. Y el imperativo moral de hacerlo nunca ha sido más crucial”.
Ruiz-Tagle también quiso ahondar en cómo el Caribbean Climate-Smart Accelerator está fomentando la colaboración entre las pequeñas naciones insulares y los socios internacionales para impulsar la inversión climáticamente inteligente y fortalecer la resiliencia regional.
Sobre esto, Una May Gordon comentó que “el Accelerator fue creado realmente para fomentar la innovación, para intentar hacer las cosas de manera diferente, pero también para atraer al sector privado. Así que ese es nuestro objetivo principal en este momento”.
Gordon también destacó una iniciativa que han llevado adelante durante los últimos tres años, llamada Mapa Climáticamente Inteligente (Climate Smart Map), con el que se puede interactuar y en el que están enumerados todos los proyectos que tienen en la región.
“Así que construimos escala, especialmente en el Caribe, donde las economías son tan pequeñas, los proyectos son tan pequeños, el sector privado tan pequeño. Y por lo tanto, este mapa brinda una oportunidad para que los países digan ‘Oigan, aquí es donde estamos’, pero también para que ese perfil de inversor también se enumere y diga ‘Oh, pero esto se ve bien, podemos invertir en esto’”, explicó.
La moderadora igualmente abordó de qué manera el Puerto de Seattle está promoviendo la descarbonización a través de colaboraciones en las cadenas de suministro y con puertos en otras ciudades estadounidenses y países del continente.
Al respecto, Sam Cho dijo que “el Puerto de Seattle está trabajando actualmente en un Corredor Verde con el Puerto de Busán, Corea del Sur. Cuando la administración Trump asumió el cargo, las conversaciones en torno al Corredor Verde casi se paralizaron por completo”.
Esto último, según Sam, se debió a la burocracia, ya que el puerto de Corea debía informar a su gobierno central y este informaba al Departamento de Estado de Washington, el que bajaba la información a la administración del puerto, pero cuando llegó Trump hubo una desconexión total.
Por esta razón, hace pocas semanas se firmó un Memorando de Entendimiento entre Seattle, el Puerto de Busán, el Puerto de Ulsan y el Puerto de Tacoma para coordinar directamente el Corredor Verde entre los puertos.
Sobre el papel de los puertos, Cho indicó que “los puertos son un centro que puede agregar demanda. No existe una sola entidad dentro del espacio logístico que toque todos los segmentos de la cadena de suministro como lo hace un puerto. Ya sea almacenamiento, transporte por carretera, etcétera”.
El comisionado del Puerto de Seattle explicó que al ser los puertos una entidad capaz de reunir a todos los consumidores y usuarios finales de combustibles limpios, esto les permite coordinar a los distintos actores de la industria marítima para converger en un combustible o estrategia común. Esta coordinación generada por el puerto es esencial para alinear las decisiones de la industria, lo que acelera la transición y facilita la obtención de la paridad de precios necesaria para la descarbonización.
La directora ejecutiva de CLG Chile consultó a Jean Lemire qué lecciones se pueden aprender de la experiencia de Quebec en la construcción de alianzas climáticas duraderas y multijurisdiccionales.
Este respondió que “en primer lugar, es muy importante una comunicación abierta y honesta. Esta es la clave, es esencial y si quieres tener éxito en la colaboración, esta es la primera cosa que tienes que considerar. En segundo lugar, la perseverancia, porque no siempre es fácil. Así que tienes que seguir trabajando, seguir haciendo cosas. Es muy importante mantener la determinación en lo que se quiere hacer”.
El hombre agregó que “en tercer lugar, nunca subestimen el poder de las relaciones humanas. Esta es la clave. Los mecanismos, las herramientas y las políticas son muy importantes, pero la confianza es realmente algo que se construye entre personas y esto será la clave. Cuarto: Aprovechen las fortalezas de cada socio mientras trabajan juntos para abordar las debilidades. Esto también es muy importante y, de nuevo, significa que han construido confianza con su socio. Además, anticipen posibles problemas. Porque van a suceder”.
Para finalizar, Lemire añadió: “Manténganse conectados globalmente. Solo miren lo que está sucediendo en Europa con su mercado, por ejemplo. Sigan evolucionando su propio sistema con sus socios y esta será la clave.”
Posteriormente, Ruiz-Tagle remarcó que California ha establecido fuertes conexiones ambientales y comerciales con América Latina, por lo que preguntó cómo puede la colaboración subnacional, particularmente en agricultura sostenible, sistemas alimentarios climáticamente inteligentes y reducción de metano, mejorar los esfuerzos climáticos regionales.
Karen Ross contestó que “lo que tenemos que hacer es darle aún más enfoque a esto, a esto como región. También creo que cuando elegimos un país para llevar una delegación de Agricultura Climáticamente Inteligente (Climate Smart Ag), es porque tienen cosas muy específicas que están haciendo de las que queremos aprender y queremos compartir dónde estamos en nuestro propio recorrido”.
Ross indicó que valora la especificidad en este aspecto: “Hicimos una delegación de Climate Smart Ag a Perú el año pasado para ver toda la acogida que están teniendo en cultivos especializados, para comprender sus problemas de agua, para saber que algunas de nuestras familias quieren poder cultivar y este sería un buen lugar para el apoyo durante toda la temporada. Eso fue importante para nosotros, pero teníamos cosas muy específicas que estábamos tratando de hacer. No estábamos tratando de resolver toda la ecuación de los sistemas alimentarios resilientes y sostenibles, pero todos somos parte de ello”.
La moderadora luego realizó una pregunta abierta sobre qué tipos de estructuras institucionales o plataformas son necesarias para apoyar la colaboración climática a largo plazo en las Américas.
Una May Gordon señaló la barrera del idioma como un factor que necesitamos superar, ya que fragmenta la región americana y dificulta la integración logística y política entre los países de habla inglesa, hispana y portuguesa.
Por su parte, Sam Cho puso el foco en la urgencia de estandarizar los datos y las métricas, puesto que nadie quiere que la sostenibilidad sea a expensas de la competitividad económica. Sobre esto, expuso un ejemplo:
“Estoy perdiendo volumen de containers con Georgia y Houston. Estos otros estados de los Estados Unidos que no son tan agresivos en la lucha contra el cambio climático, donde no están realizando las inversiones en sostenibilidad. Por lo tanto, el costo de hacer negocios para los transportistas allí es mucho menor. Así que dicen ‘Bueno, tengo que pagar $500 más para ir a ese puerto verde en Seattle, prefiero llevarlo a Houston’. Esa falta de estandarización, la falta de un marco, es lo que se interpone en el camino para mantener la competitividad mientras se aborda el aspecto de la sostenibilidad. Necesitamos un marco global, si no uno nacional, para que todos trabajen bajo las mismas reglas y que haya un campo de juego nivelado”.
Lemire resaltó el precio del carbono como un método de financiamiento: “Si quieres hacer algo, necesitas tener dinero. La razón por la que California y Quebec están tan involucrados es porque tenemos dinero del mercado de carbono. Más de 70 mil millones de dólares en California. Más de 10 mil millones de dólares en Quebec y somos realmente pequeños. Entonces, ¿dónde invertimos eso en los próximos dos años? En agricultura. Porque aquí es donde podemos marcar la diferencia ante el cambio climático y la pérdida de biodiversidad a corto plazo”.
Ruiz-Tagle realizó una observación sobre esto, mencionando que “el Precio al Carbono y el Mercado de Carbono son definitivamente una necesidad. Tenemos que ponerle un precio a la externalidad, pero recuerden que nuestro objetivo no es recaudar dinero a través de impuestos. Ojalá nadie pague porque no estamos contaminando. Aunque sí estamos recaudando dinero es porque hay contaminación involucrada”.
Karen Ross mencionó el impacto que han tenido estos recursos, indicando que “solo a través de mi departamento se han invertido más de 690 millones de dólares en suelos saludables, digestores de productos lácteos y otras estrategias de gestión de estiércol para la reducción de metano y para la eficiencia en el uso del agua”.
Para finalizar, la directora ejecutiva de CLG Chile agradeció a todos los participantes de esta actividad y recordó a los presentes que “la colaboración para la acción climática en las Américas no solo es posible, sino vital. Es súper importante. Hemos mostrado diferentes ejemplos de distintos tipos de colaboración. También nos hemos dado cuenta de que necesitamos más colaboración y que eso tiene que seguir adelante”.
Puedes revisar el video completo de esta actividad en el siguiente enlace.